miércoles, 29 de septiembre de 2010

EL ALIVIO DE DECIRLO TARDE, EL DOLOR DE RECORDARTE

Y la mañana se tornaba entre oscura y celeste, entre alivio y dolor
Así lo sentía mariana en su habitación.
Mariana era una chica de pensamientos abstractos, de opiniones certeras pero de personalidad aislante e intrigante. Poco se sabe de ella, y eso !! Que soy su mejor amiga.
Yo Carmen Sánchez estudiante universitaria, nací y crecí al igual  que mariana en el barrio 20 de julio, donde solíamos jugar, cantar, reír,  y hacer muchas cosas que eran normales a nuestra edad.
Pero los días pasaban, crecíamos madurábamos y definíamos nuestros gustos y es ahí donde todo cambio. Mariana se intereso más rápido por los chicos que yo, salía bailaba y una de esas libertades conoció quien le cambio la vida, si y es por el que mi mejor amiga seria otra.
Todo se tornaba mal, el,  la manipulaba y ella por supuesto lo secundaba en lo que decía.
Era triste  ver que mi mejor amiga se alejaba, arrodillándose a los brazos de alguien que no la quería por lo menos como ella a él. La busque pero muchas veces me evadía pues sabía que iba a cuestionarla y arrogarle que reaccionara,  pero llego el momento que se harto de mi insistencia y me grito ¿tú que sabes de las cosas del amor?, ¿tú que sabes de mis sentimientos?, tú que sabes de la vida?  Si nunca recibí de ti lo que esperaba y es ahora donde encontré a alguien que llena el espacio que tus estupideces no llenaban.
Juro que fue un momento desvoronante jamás pensé que diría algo así, pero….
Ella tiene razón que se yo del amor, pero pensé, yo puedo hacer que cambie esa actitud,  si la quiero le hare saber que el amor no se demuestra como ella piensa. Corrí en su búsqueda pero al llegar a su casa algo hizo que me estremeciera, tal vez sería ver la cara pálida de su padre o el llanto incontrolable de su madre, me desconcerté me acerque y luego vi su cuerpo tristemente bañado en sangre, vi una cara de incertidumbre se había suicidado al descubrir que su gran amor solo jugaba con ella, no lo soporto, `pensaría que se quedaría sola y es ahí donde nos dejo. Cuando recuerdo su cara más que ver la tragedia vi la tardanza de un te quiero de un te amo amiga, de un no debí dejarte sola, vi que era tarde para  entenderla.
Han pasado 10 largos y fríos años, y aun cuando visito su casa y entro a su cuarto la veo pensando, quizá demasiado tarde, la veo integrada la veo liberada pero atada a su pasado que se esfumo en carne y hueso pero que persiste en su espíritu, espíritu que no descansa.

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